Los Hunos

Tribus esteparias asiáticas, ya guerreaban en la frontera norte de China cuando ROMA iniciaba la primera guerra púnica.

Su ejército era esencialmente de caballería, con gran agilidad de movimiento para recorrer largas distancias y ejecutar tácticas de combate demoledoras ( ataque, retirada, acoso, maniobras envolventes... ). Cada huno llevaba un hato de hasta 16 caballos - unos ligeros y otros de carga - y apenas precisaba desmontar.

La Gran Muralla china se construyó para frenar específicamente a este tipo de ejército: velóz, capaz de recorrer grandes distancias, temible frente a la infantería u otras caballerías, pero sin máquinas de asedio.

Los hunos eras diestros jinetes, magníficos arqueros y buenos espadachines. Especializados en el saqueo, arrasaban los campos y aldeas obteniendo ganado, víveres y esclavos, agotando los pastos y en desplazamiento constante. En muchas ocasiones su aterradora fama les precedía y apenas encontraban oposición, hallando los campos y aldeas vacios, listos para recoger el botín, porque la población había huido ante su anuncio.

Se fueron desplazando hacia el oeste, más o menos organizadamente, creciendo en número, al ir aportando esclavos y tropas de entre los vencidos, y presionando a otras tribus hacia el oeste a su vez. Vencieron a los ostrogodos, que se desplazaron hacia las tierras de los visigodos, que colisionaron con ROMA.

Durante esta migración ocurrieron dos circunstancias significativas. La primera fue que el liderazgo tribal se fue unificando y fortaleciendo, dándoles mayor unidad de acción. La segunda fue la incorporación de un importante número de tropas de infantería a partir de hunos sin caballos y ostrogodos vencidos y alistados en el ejército.

En el siglo IV d.C. llegaron a las llanuras húngaras, frontera del imperio romano oriental.

De baja estatura, ojos minúsculos, tez morena, barba rala, cicatrices faciales fortuitas y decorativas, cabeza grande y nariz chata. Su aspecto y su obras les granjeó fama de demonios y su nombre aterrorizaba de manera formidable.

Pero no eran solo una turba.