sábado, 20 de abril de 2013



 Yo sé quién fue y qué hizo don Blas de Lezo.


Don Julio León Fandiño, capitán de un guardacostas español, acompañó a la amputación auricular de un apresado contrabandista inglés llamado Robert Jenkins la frase " Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve" ( ole el capitán ) que supuso casus belli para Jorge II que tenía conflictos económicos-comerciales previos con el imperio español.






En Inglaterra el apéndice auricular del capitán Robert Jenkins importaba entre cero y nada. 

En el mar Caribe en 1731, infectado de piratas, corsarios y contrabandistas, una oreja era lo mínimo que se podía perder en un encuentro con los guardacostas españoles, lo más habitual era perder la vida y/o la carga ( que valía más ).


Las fanfarronadas de un capitán español de un guardacostas en el Caribe expuestas siete años después de los hechos en el parlamento inglés, con la oreja guardada en un frasco a modo de prueba, no justificaban el gasto de poner en marcha la su flota de guerra.
El origen del conflicto era la voluntad de Jorge II de apropiarse del imperio español usando a la Royal Navy. Lo de la oreja era una excusa tan estúpida y tan válida como cualquier otra. Pretendían devolvernos la visita de Felipe II y convertirse en primera potencia 100 años antes de lo finalmente lo fueron.
Y casi lo cuadran, el plan era impecable y los medios adecuados. Estaba todo bien medido y calculado. Todo menos una circunstancia: Cartagena de Indias la defendía don Blas de Lezo. Así que lo de primera potencia se iba a tener que posponer.


La guerra tenía como objetivo convertir el mar Caribe en un mar británico y para ello la Royal Navy puso en acción la mayor flota de guerra oceánica de la historia hasta esa fecha ( sí, mayor que la fracasada Invencible ) bajo el mando del almirante Edward Vernon.


Es conocida como la Guerra del Asiento, con algo más de sentido que la Guerra de la oreja de Jenkins. El asiento de negros era una concesión para vender negros en la América española por treinta años concedida en el tratado de Utrech a los británicos. Además, los ingleses obtuvieron en el infausto tratado la posibilidad de comerciar directamente con América un Navío de permiso ( 500Tm de carga ) pero todo esto estaba sujeto a los controles de los guardacostas españoles que inspeccionaban las naves inglesas ( Permiso de visita que era constantemente burlado por los contrabandistas ). 
Resumiendo e insistiendo, la guerra fue por el deseo inglés de hacerse con el comercio indiano, lo que es lo mismo, apoderarse del imperio americano español.

El imperio español estaba en franca inferioridad en cuanto a hombres, barcos, armamento...pero hete aquí que contaba con un vasco que llevaba toda su vida poniendo al servicio de su Rey y de España su ingenio, su coraje y su cuerpo ( esto último literalmente ). Don Blas de Lezo y Olavarrieta.









El almirante inglés calibró ambas fuerzas y mandó un mensaje a Jorge II anunciando la Victoria antes de acabar la contienda. El rey inglés mandó acuñar unas monedas conmemorativas con don Blas de rodillas.








Con inteligencia, genio militar, valor seco y sacrificio, don Blas infligió una humillante derrota a la armada inglesa, abofeteó la prepotencia y arrogancia del almirante Vernon y le explicó a Jorge II que el imperio español aún no sucumbía al poderío británico.






Felipe V se alegró mucho de la victoria de su almirante, quien le salvó el imperio a cambio de nada material.

Don Blas murió de peste (  hecho  discutible y en probablemente en relación con los cadáveres insepulcros tras la batalla, lo cierto es que murió metafóricamente apestado, desdeñado por  los gobernantes a quienes sirvió ) y aunque sus proezas y hazañas militares están a la altura de los mayores héroes de la historia, en España es un perfecto desconocido.

Triste.


El español de Guipúzcoa que más patria ha hecho. Tan mutilado como Nelson, tan victorioso como él, pero olvidado en una fosa común y apenas mencionado en los libros escolares. Héroe español que entregó su vida y su cuerpo ( era tuerto, manco y cojo por heridas de guerra ) a la defensa de España, murió pobre e injuriado, si bien fue en parte resarcido, ya tarde, como Marqués de Ovieco en su hijo y con algunas calles/avenidas/plazas por los callejeros patrios.

 La mayor grandeza de don Blas residía en su inteligencia, en su valor y en el saber resistir, no solo al mayor poderío británico ( 24.6000 ingleses en 180 naves y con 3000 cañones frente a 2.600 españoles, 8 naves, las defensas y don Blas ), sino también la absoluta ineptitud del Virrey de Nueva Granada.











Su inteligencia: Fortificar excelentemente Cartagena de Indias. Cerrar con una cadena la entrada al puerto. Crear una escollera submarina que bloqueara el acceso. Utilizar fuego cruzado en la entrada del puerto. Entender que la idea de ataque inglés por los pantanos era inviable y prever que el ataque sería por el puerto. Calcular que hundir solo dos navíos en el puerto no era obstáculo suficiente y que serían más útiles luchando. Ahorcar al los desertores como escarmiento para evitar nuevas deserciones. Sabiendo que los ingleses medían las murallas, ahondar el foso previo a las murallas de noche y con ayuda de civiles. Enviar falsos desertores a los británicos para que revelasen el punto débil del fuerte y allí efectivamente esperar el ataque que resultará una emboscada española. Recibir el ataque final inglés frente al fuerte en una trinchera en zigzag. Cargar hasta con los artilleros como último refuerzo en la batalla final...









Su abnegación: Bombardear las propias defensas con españoles dentro, resistiendo el ataque inglés para poder dar tiempo al rescate en barco de al menos unos cuantos soldados españoles. Resistir sin los refuerzos que don Sebastian de Eslava le negaba por tenerlos vigilando inútilmente los pantanos. Resistir sin los barcos que don Sebastián hundió inútilmente en el puerto. Luchar como soldado raso al ser destituido por el Virrey de Nueva Granada. Parar el combate, rezar un ángelus y encomendarse al altísimo en lo más apurado de la batalla...

No hay elogios suficientes ni en calidad ni en cantidad para describir y agradecer en su justa medida los méritos de este hombre que vengó a España de la derrota de la Armada Invencible y evitó que Hispanoamérica sea parte de la Commonwealth.

Pese a su mayor potencia, Inglaterra tuvo que esperar y lo de las monedas de Vermon ahí queda para su vergüenza.


Es pasmoso cómo los ingleses falsean, niegan u ocultan la realidad a conveniencia y sin coste, y cómo aquí nos vale.


Yo sé quién fue don Blas de Lezo.









El rey Juan Carlos I ha inaugurado este sábado 08/11/2014 en los Jardines del Descubrimiento de la plaza madrileña de Colón el monumento a Blas de Lezo, el gran marino español del siglo XVIII que, apodado Mediohombre porque se quedó cojo, tuerto y manco por sus múltiples heridas en combate, no perdió ni una sola batalla.






Me siento afortunado por haber coincidido en el tiempo con este desagravio.


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