Es sencillamente pasmoso lo conseguido por Anibal en Cannas aquel 2 de agosto.

ROMA había puesto en batalla uno de los mayores ejércitos de su historia ( alrededor de 80.000 disciplinados y bien pertrechados combatientes capitaneados por lo más granado de la nobleza política-militar romana ).

Anibal volvía a combatir en batalla campal tras la contemporización de hostilidades impuesta por Fabio Verrucoso a raíz las derrotas romanas de Tesino, Trebia y Tresimento. Eso sí, en clarísima inferioridad numérica, pues contaba con cerca de 50.000 combatientes, si bien su caballería era superior en número y calidad a la romana. Otra ventaja era su buen conocimiento del ejército romano y de sus cónsules ( el impulsivo Cayo Terencio Varrón y el cauteloso Lucio Emilio Paulo ).

En el año 216 a.C. ROMA estaba en guerra total con Cartago y no le iba nada bien debido al genio militar del general de los cartagineses, ROMA pretendía acabar con esta adversidad en Cannas. Anibal calculó que perder supondría el final de Cartago y ganar supondría el final de ROMA.

Tácticamente fue una obra maestra.

Anibal dirigió desde el centro la acción táctica más complicada: retirada en orden de combate de los impetuosos y valientes, así como indisciplinados, hispanos y celtas; tranformando un frente semilunar convexo en uno semilunar cóncavo y contraatacar fijando el frente para así embolsar al enemigo. Maniobra que dejaba a los flancos cartagineses de infantería numida como los "flancos romanos" desde donde presionar al ejército romano hacia el centro trabándo su capacidad de maniobra y el uso de su equipamiento. Mientras tanto, la superior caballería celtíbera del ala izquierda, desbandaba a la caballería romana del ala izquierda, ayudaba a destrozar a la caballería romana del ala derecha y, junto a la caballería numida, atacaban la retaguardia romana, cerrando el círculo y convirtiendo la contienda en una batalla de aniquilación.

Las cifras son para leerlas dos veces. Alrededor del 70% de bajas romanas, unos 4.000 prisioneros y unos 50.000 caídos incluyendo a Paulo, cuestores, tribunos y 80 senadores romanos. Unos 200 anillos de oro, distintivo de los nobles patricios romanos, rodaron por el suelo del senado cartaginés. 16.000 bajas entre caídos y heridos entre los hombres de Anibal.


El poderío romano de rodillas ante el genio militar de Anibal. Razonó Anibal que había ganado la guerra, que ROMA pediría la paz, que el senado cartaginés le enviaría un nuevo ejército, que los aliados de ROMA desertarían en masa... nada de eso ocurrió.

En Cartago, las familias rivales de los Barca, paralizaron el envío de refuerzos a Italia, ROMA no solicitó paz alguna y los aliados de ROMA desertaron en menor cuantía de lo previsto ( plan del padre de Anibal décadas atrás, décadas de romanización ). Anibal no contaba con máquinas de asedio para derribar las murallas de Roma.

ROMA redobló esfuerzos, castigó las deserciones, volvió a contemporizar la guerra en Italia y atacó decididamente en Hispania. Escipión doblegó a la iberia cartaginesa, en Matauro se destruyó el ejército cartaginés de refuerzo enviado desde Hispania y, ante la amenaza directa a Cartago, el senado cartaginés reclamó a Anibal. Sin Anibal, Italia se reconquistó fulminantemente y en Zama, Escipión derrotó a Anibal.

Cannas demuestra que aquella ROMA no era solo un formidable ejército, era una determinación y una obstinación invencibles.