César es decir grandeza.
Alesia
Alrededor de 50.000 romanos comandados por un genio militar y aplicándose, no solo al pilum y al gladio, sino a la pala y al hacha ( así como apoyándose en su superior tecnología), contra unos 80.000 galos guarnecidos en una fortaleza inexpugnable, bajo el mando del mejor guerrero, estratega y líder galo; y contra cerca de 250.000 galos, venidos de todos los rincones de la Galia, dispuestos a liberar a su jefe.
Explicar como un ejército de 50.000 romanos conquistó 650.000 kilómetros cuadrados de terreno y a sus 15.000.000 de pobladores ( para los siguientes 500 años ), luchando contra unos 3.000.000 de guerreros durante unos 8 años; pasa por explicar lo ocurrido en Alesia en el año 52 a.C.
Gaius Iulius Caesar y Vercingétorix se echaron un pulso de consecuencias monumentales e inesperadas. Acabó con la posibilidad de que el mundo celta predominase en Europa y acabó con la República romana.
Años de guerra habían demostrado ciertas cosas respecto a galos y romanos.
Las tribus galas de aliaban con Roma y se sublevaban sin éxito, según las circustancias. Las tribus galas, cada una por sí sola, no eran rival para las legiones. En campo abierto, los romanos barrían a los galos, incluso en inferioridad numérica, pues el estilo celta de combate, que primaba el arrojo individual, no tenía nada que hacer contra el orden y la disciplina del legionario.
Los romanos eran buenos asediando ciudades, pero los galos podían defenderlas con éxito si eran lo suficientemente numerosos.
Vercingétorix significaba la unión de las tribus galas y en consecuencia una superioridad numérica apabullante, la oportunidad de expulsar al invasor. Para César era la oportunidad de derrotar a un gran ejercito galo y zanjar la conquista tras incontables pequeñas batallas victoriosas, pero nunca definitivas.
Vercingétorix luchaba por su libertad y su independencia. Para los galos era su héroe y su libertador. César luchaba por su fortuna y posición, atacando a los descendientes de aquellos bárbaros que cruzaron los Alpes, dirección sur, y saqueron ROMA. Para los romanos, César era su vengador.
Vercingétorix inició una sublevación a gran escala que sacó a César de sus cuarteles de invierno. César dividió sus legiones para atender los distintos frentes y se encaminó al encuentro de Vercingétorix, quien, con la táctica de evitar la batalla campal, acosando en guerrillas y dejando solo tierra quemada al enemigo, consiguió controlar la Galia libre y amenazar la Galia romana.
Los galos llevaban ventaja cuando Vercingétorix cometió su primer gran error. Cedió a las súplicas de los biturigos y no incendió su capital Avaricum, objetivo de César, dejando que defendieran su fortaleza frente a los romanos. César inició un asedio rápido con rampas para las torres de asalto y tomó la ciudad con facilidad. La matanza que se produjo en Avaricum levantó contra ROMA a más tribus galas, en vez de servir de escarmiento, pero era la primera victoria de César ante Vercingétorix y el galo decidió refugiarse en la ciudad-fortaleza, inexpugnable, de Gergovia, capital de los arvernos.
A César le faltaban cuatro legiones que, al mando de Tito Labieno, sofocaban rebeliones en el norte, pero aún así, decidió atacar a Vercingétorix en busca de una victoria rápida y definitiva. En la orilla del río Allier los romanos coparon a los galos, que se retiraron a la ciudad. Pese a estar en inferioridad numérica y con el terreno en contra César atacó a los galos, pero le faltó empuje. Se retiró sin asediar Gergovia. La primera derrota de César en siete años, Vercingétorix había tornado un error en un triunfo y más tribus se le unían ante la vulnerabilidad de los romanos.César se encontró con Labiano en el norte, unificando a todas sus legiones. Vercingétorix cedió a las pretensiones de los jefes galos, envalentonados por lo ocurrido en Gergovia, y atacó, en enfrentamiento directo, a los romanos. En Bribacte, las disciplinadas legiones y la caballeria germana arrasaron a la orgullosa caballería gala, de nuevo quedaba claro que en campo abierto no había nada que hacer. Vercingétorix se retira a la fortaleza mandubia de Alesia.
En Alesia, en el año 52 a.C. se iban a reunir todos los galos enemigos de Roma, César no iba a perder la oportunidad de derrotarlos ahora que, por fin, estaban todos juntos en un solo lugar y momento.
Sabedor de que Vercingétorix contaba con víveres para alrededor de un mes, César planificó un cerco de sitio para rendir por hambre la plaza, en vez de un asedio y asalto de las murallas. Contrarreloj, se iniciaron las obras, marcando el perímetro, protegiéndolo con 23 fuertes y cavando una zanja de 6 metros de anchura que frenara a la caballería y entorpeciera a la infantería en una posible salida de los galos.
Tras estos trabajos iniciales comenzó la ingente y espectacular obra de poliorcética, para bloquear a los 80.000 guerreros galos en Alesia y para evitar el auxilio exterior de cerca de 250.000 guerreros, dejando a sus legiones entre dos defensas. Había que evitar salidas, fugas, abastecimientos y socorro.
16 kms, dieciséis kilómetros, que se dice pronto, de perímetro del anillo, con dos fosos paralelos de 6 metros de ancho y otros tantos de profundidad, que se fueron ampliando y adaptando al relieve. El foso más cercano a la plaza se inundó y con la tierra extraída se conformó un terraplén sobre el que se emplazó una empalizada festoneada con torres defensivas de 25 metros de altura. Delante de los fosos se prepararon trampas de todo tipo ( abrojos, zanjas camufladas que ocultaban estacas-tarugos con púas-arpones… ) y tras la empalizada aguardaban maquinas de guerra y legionarios veteranos.
Vercingétorix pasó de sentirse seguro a sentirse atrapado. Y aunque eran los romanos quienes debían defenderse de los ataques de los galos, la iniciativa era definitivamente de César y era él quien marcaba los tiempos y las opciones.
Las líneas de defensas exteriores fueron otro reto. Dos zanjas paralelas de 20 kms de perímetro y una miríada de abrojos, que frenaran a la caballería gala, con cuatro campamentos de infantería, cuatro de caballería y con torres defensivas a cada pocos metros en el muro exterior. Al mes de asedio, el hambre y el desánimo hacían mella en las filas de Vercingétorix, fue entonces cuando se divisó la vanguardia del ejército galo de socorro, el mayor ejército galo de su historia, un cuarto de millón de guerreros dispuestos a aniquilar a las legiones de César. En Alesia la euforia y el alivio debieron ser absolutos.
Pero la superioridad numérica gala estaba bien contrarrestada por la tecnología romana. Los abrojos inutilizaban eficazmente a la caballería y las maquinas de guerra ( scorpios, capaces de lanzar grandes dardos a 100 metros, y piezas artilleras -60 por legión- que lanzaban piedras esféricas de hasta 45 kilogramos ) frenaban el empuje de los galos y les causaban grandes bajas, llegando estos hasta las últimas defensas, y hasta los legionarios, exhaustos, lentos y diezmados. Los legionarios, que les esperaban descansados, parapetados desde posiciones elevadas y con su disciplina y orden habitual, recibían a los que lograban presentarse a la lucha cuerpo a cuerpo aún en inferioridad numérica, pero en condiciones de rechazar los ataques.
Solo un ataque coordinado desde el interior y el exterior en un punto débil de las defensas romanas podía romper el cerco, pero Vercingétorix no tenía forma de comunicarse con el exterior y viceversa. Mientras las legiones se comunicaban por heliógrafos, los galos no disponían de sistemas de comunicación. Con todo, los galos, aún descoordinados, se percataron del punto débil que el relieve del terreno ejercía en las defensas romanas en la ladera del monte Rea. Allí atacó Vercingétorix con 60.000 galos hambrientos más o menos al tiempo que lo hacían los galos del exterior. Había una opción real de hacer brecha en la defensa romana, de contactar los ejércitos galos, de vencer.
César ordenó mantener las líneas y sus legionarios así lo hicieron, él recorrió el perímetro defensivo animando personalmente a las tropas, mientras Labieno acudía al área de mayor presión gala. César contraatacó a los galos de Vercingétorix, consiguiendo que retrocediesen, pero Labieno estaba a punto de ceder al empuje del ejército exterior. El momento era desesperado y las medidas debían ser desesperadas también. El propio César, con la caballería auxiliar de reserva, decidió atacar la retaguardia del ejército de socorro ( unos 6.000 romanos contra no menos de 60.000 galos ). Ante la visión de la capa escarlata del mismísimo César, afrontando tan tremendo riesgo, los hombres de Labieno redoblaron sus esfuerzos por contener a los galos. La caballería germana de César inclinó la balanza del lado romano, generándose una desbandada general entre las filas galas y la consiguiente matanza de galos en huida deslavazada.
La jornada era para César y Vercingétorix no tenía más opciones que la redición o la muerte por inanición. El ejército exterior se había disgregado y el interior estaba exiguo y famélico.
Lo guerreros galos desfilaron ante César y depositaron las armas a sus pies, finalmente Vercingétorix llegó a caballo, bajó del mismo y se tiró a los pies de César diciendo: “ Habes, fortem virum, vir fortissime, vicisti ” ( heme aquí, a un hombre fuerte venciste, hombre fortísimo ) y entregándose.
Hoy día se habla una lengua latina en Francia por lo ocurrido en Alesia.
Mención aparte merece lo ocurrido con las mujeres, los ancianos y los niños de Alesia. Vercingétorix les expulsó de la fortaleza por no poder alimentarlos, priorizando la alimentación de sus guerreros y dejando a sus civiles a cargo de los romanos. Acto duro, como lo era la circunstancia. César no los aceptó como esclavos y los dejó penando ante las murallas de Alesia para angustia y desmoralización de los galos que tenían que oír las súplicas y lamentos de los desgraciados que morían de hambre a las puertas del inconmovible Vercingétorix. La guerra de las Galias tuvo, como todas las guerras, crímenes de lesa humanidad, pero César no tuvo que lidiar con leyendas negras, él celebró su Triunfo por las calles de Roma.
Farsalia
¡ Guerra civil !, en teoría por renovar la corrupta política o evitar la tiranía.
Pompeyo llevó la guerra fuera de Italia por dos razones, la primera era que Italia se había declarado Cesariana y la segunda era que la línea de suministros y refuerzos entre la Galia e Italia ponía en clara ventaja estratégica a Julio. Pompeyo no podía llegar a Hispania atravesando la Galia ni expuesto en una flota, así que a Grecia.
Pompeyo contaba con más soldados pero estos no podían batir a los veteranos victoriosos de la Galia de César, por lo que fue evitando el enfrentamiento directo, tratando de agotar a las tropas cesarianas, acosándolas y atacando a sus suministros. Bien planteado.
En Dyrrachium, Pompeyo se fortificó y a punto estuvo de dejarse atrapar en un cerco tipo Alesia. Estuvo vivo y atacó a César antes de que acabara las obras y en la zona débil de las mismas. César se retiró y Pompeyo le seguía y acosaba. En estas circunstancias y jaleado por los adulones, Pompeyo decide luchar con César en batalla campal en un terreno que César había elegido y desde una posición de ventaja que César le había cedido. Astuto César.
Farsalia. Legiones contra legiones, donde el liderazgo y el genio militar definirán el resultado.
César jugó, en el planteamiento previo a la batalla, con la psicología de Pompeyo y la de sus propios hombres, y eso es un rasgo inequívoco de maestría militar.
Tras la "victoria" de Dyrrachium, Pompeyo, lógicamente, rebajó el nivel de sus precauciones y temores con respecto a César, pues se había demostrado batible y había sufrido cuantiosas bajas. Cayo aprovechó esta debilidad propia para incitar a Cneo a luchar frente a frente, como él siempre había deseado, sabedor de su ventaja en este tipo de batalla, pero incapaz, hasta ahora, de arrastrar a Cneo a una batalla campal. Dejó a Pompeyo en una posición inicial de ventaja ( terreno a favor ) ante una eventual lucha en campo abierto. Igual que supo tornar el revés de Gergovia en triunfo en Alesia, pretendía tornar el revés en Dyrrachium en triunfo en Farsalia.
Los veteranos de la Galia tenían una total identificación con su líder, una fe inquebrantable y una confianza ciega en que César les conduciría a la victoria. Pese a la derrota de Dyrrachium, al hambre por la escasez de suministros y al acoso de los pompeyanos, entre las legiones de César no hubo deserciones o motines. Cuando Julio presentó batalla ante el ejército de Pompeyo, el cual estaba en una posición elevada y con el doble de caballería que la de César, todo legionario cesariano entendió que en Farsalia tocaba vencer o morir. No había escapatoria. Ese es el tipo de incentivo que hay que suministrar a unas tropas a las que debes pedirles un esfuerzo supremo, si quieres vencer.
Apuestas descomunales por un premio descomunal: dominar el mundo.
Ambos, Pompeyo y César, leyeron correctamente el escenario de la batalla. Con el río Eunipeo flanqueando una de las alas del frente y teniendo en cuenta que los centros se contendrían mutamente durante el inicio del choque, iba a ser en el ala derecha de César-izquierda de Pompeyo- donde se decidiría la contienda, según quién lograse romper/desbordar las filas enemigas.
Cneo presentó batalla con sus legiones en perfecto orden de combate, ubicando a su numerosa caballería y mejor general ( Labieno ) en el ala izquierda. Su plan era esperar a que las tropas de César subieran y se agotaran por la ladera, contenerlas en el centro y en el ala del río y cargar ladera abajo con su caballería para, aprovechando su superioridad numérica y el terreno a favor, arrollar el ala derecha de Cayo y atacar la retaguardia enemiga. Pulcro, correcto y previsible.
Julio adelgazó sus líneas, estiró sus 8 legiones para que ocuparan, con menor profundidad, la misma extensión de terreno que las 11 pompeyanas. Y avanzó pendiente arriba contra Pompeyo. Los veteranos legionarios de César descansan antes del último tramo y lanzan primero sus pilum, destrozando la primera línea enemiga ( eran menos, pero eran lobos ).
El ala derecha de César era una trampa que necesitaba de un buen control de los tiempos y una perfecta coordinación de las tropas. Cargó la caballería pompeyana ( unos 7.000 jinetes ) contra la caballería de César ( unos 1.000 jinetes ), que estaba acompañada por tropas auxiliares y seguida por 8 cohortes.
La moneda está en el aire.
La trampa funciona como un reloj suizo, la caballería de César retrocede en huida fingida, entre las cohortes de su retaguardia que enseguida se cierran formando un muro erizado de pila que embiste a la caballería de Labieno, frenando e hiriendo en el rostro a los jinetes pompeyanos que se atemorizan y ponen en fuga, tropezando con su propia retaguardia. El ala derecha de César se impone.
Además el centro-izquierda del frente cesariano ha sido capaz de doblegar a los pompeyanos pese a estar en inferioridad numérica y en terreno desfavorable. La manada de lobos se ha impuesto al rebaño pompeyano.
César toma el campamento de Pompeyo, pero este ya ha huido. La batalla a terminado. La guerra aún no. Pero si en Alesia Julio conquistó la Galia, en Farsalia ha conquistado el mundo.
Ave, César.
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