jueves, 18 de abril de 2013


La más alta ocasión que vieron los tiempos.

Lepanto

 Desde las Guerras Médicas y las Púnicas no se había liado parda en el mediterráneo hasta la Batalla de Lepanto. Muchos conflictos y disputas, mucha piratería y alguna batalla...pero como la Batalla de Lepanto, nada. Y no ha vuelto a ocurrir algo parecido en sus aguas. Y es que lo de Lepanto fue épico, excepcional, colosal y terrible.

El Imperio Otomano llevaba dos siglos avanzando por el mediterráneo y por Europa en dirección oeste y su dominio del mediterráneo oriental amenazaba con convertirse en dominio también occidental ( con el apoyo de los corsarios de Argel ), en dominio de las rutas comerciales venecianas ( con la toma de Chipre ) y en expansión europea del Islam ( para terror del Papa ).

Así las cosas, se conformó la Santa Liga entre Pío V ( y sus intereses religiosos ), la República de Venecia ( y sus intereses económicos ) y Felipe II ( y sus intereses estratégicos ), frente al Imperio Otomano del sultán Selim.




Largos preparativos y graves disensiones internas hasta conformar una flota cristiana a la altura de la otomana. Superior en artillería, inferior en número de naves, pero al fin unificada bajo el mando de don Juan de Austria ( "Jeromín" para los amigos y "El hijo del rayo de la guerra", para el resto ).




España aportó los mejores barcos, los mejores soldados y los mejores mandos y consiguió su objetivo de frenar al turco y mantenerlo lejos del mediterráneo occidental. El Papa y los venecianos aportaron menos y obtuvieron menos ( el Islam no retrocedió un palmo y los venecianos negociaron, en desventaja, sus rutas con el sultán ).

La más alta ocasión que vieron los siglos " en palabras de don Miguel de Cervantes ( que estuvo allí, allí fue herido, y sabía de lo que hablaba ) es un motivo de orgullo para España, hoy absolutamente incorrecto, políticamente hablando. Porque la estupidez, solo se pasa si se aprovecha el tiempo, no solo por verlo pasar.

Es que resulta que el concepto alianza de civilizaciones estaba poco pulido en 1571 y resulta que entre España y el Islam la concordia no era precisamente lo que presidía sus relaciones.

El sultán algo había oído acerca del trato dispensado por los españoles en general, y por don Juan de Austria en particular, a sus hermanos musulmanes de la península ibérica, pero pretendía controlar todo el mediterráneo pese a la oposición española. Felipe II necesitaba un mediterráneo occidental ( comunicación entre España e Italia ) bajo su control, para dedicarse a sus proyectos atlánticos y europeos.

Resultó que los españoles le cambiamos los planes al sultán. Y no fue fácil, hubo que ponerse serios y arremangarse ( sangrar, sudar y llorar ), pero se consiguió. Aquellos bravos, una vez más, se impusieron al Islam al grito de ¡ Santiago y cierra España !. 


La guerra marítima en el mediterráneo era una guerra terrestre sobre barcos. Se buscaba el impacto directo con naves a remo, de espolones reforzados que dañasen al enemigo y trabasen las naves para iniciar el abordaje y la lucha cuerpo a cuerpo entre la infantería. Así que la superioridad había que buscarla en los cañones y en la calidad de la infantería.

Don Juan de Austria tenía su plan basado en su mayor potencia artillera ( 1.250 piezas frente a las 750 turcas ) centrada, no solo en los habituales cañones de proa para el ataque frontal de las galeras, sino además en la potencia de fuego de las, torpes pero grandes, galeazas venecianas; y basado también en su mejor infantería ( embarcó a los tercios, con una cadencia y rocio de fuego de arcabuz temible, en las galeras, 50 por barco ). El plan era resistir el envite del turco para fijar la flota enemiga y barrerla a cañonazos.





Alí Bajá planeaba aprovechar su superioridad numérica y mejor maniobrabilidad para desbordar las alas cristianas, desordenarlas y, finalmente, desorganizar el centro enemigo ( así ganó Barbarroja a don Andrea Doria en Prevenza en 1538 ).


Don Juan de Austria dirigía el centro de la flota, desde la galera La Real, flanqueado por naves venecianas y pontificias. El ala izquierda la comandaba don Agostino Barbarigo y el ala derecha don Andrea Doria. En primera línea estaban las galeazas y don Álvaro de Bazán, en la galera La Loba, formaba en retaguardia como escuadra de refuerzo.

Enfrente, la flota otomana formando una semiluna con Ali Bajá en el centro, dirigiendo desde su galera, La Sultana.

El 7 de octubre de 1571, en aguas griegas, frente a Lepanto, un mar de galeotes ( 85.0000 almas ) sudan y desplazan las flotas, un enjambre de marineros ( 26.000, en conjunto ) tripulan las naves y dos ejércitos se van a desangrar ( 65.000 soldados ) en lo que iba a empezar como una batalla y acabar como una carnicería salvaje que tiñó, literalmente, el mar de sangre.





Don Juan de Austria arengó a sus hombres: "Hoy es día de vengar afrentas; en las manos tenéis el remedio a vuestros males, por lo tanto, menead con brío y cólera las espadas". Es de suponer que Alí Bajá no pidió a sus hombres piedad y mesura.






Como en toda batalla, todo plan previo se disuelve en 15 minutos y la suerte, el impulso de la tropa ( su moral y sus automatismos ) y la suma de las decisiones individuales y locales, toman las riendas de la situación y marcan el desenlace final.






El poco viento, que limitaba la maniobrabilidad turca, el mar en calma, que favorecía el tino artillero cristiano, la confianza turca, que desdeñó a las galeazas ( acaso las confundieron con cargueros ) para lanzarse al choche con las galeras , el humo de los cañones , que ocultaba a las galeazas, los tercios, que no extrañaron el suelo, la pronta caída de La Sultana...





El plan turco se cumplió en el ala izquierda cristiana, pues la escuadra de Mahomet Siroco rápidamente desbordó y desorganizó a la de don Agostino Barbarigo, pero en el centro la cosa fue bastante distinta, La Real embistió a La Sultana con gran destrozo para la galera capitana turca y Alí Bajá acabó con su cabeza en una pica a las primeras de cambio. Lo más crudo de la lucha se centró alrededor de las naves capitanas, con clara ventaja para los cristianos pese a la llegada de los refuerzos turcos.




Don Álvaro de Bazán recompuso la situación en el ala izquierda y apoyó el centro de don Juan de Austria.

El ala derecha cristiana de don Andrea Doria estaba siendo desbordada por la escuadra de Uluch Alí ( El Uchali ) cuando la llegada de la escuadra de don Álvaro de Bazán tornó la situación, poniendo en fuga, hacia Lepanto, a los turcos.



Cañonazos, flechas, arcabuzados, espadazos y cuchilladas. Naves naufragando y ardiendo, galeotes desesperados, pillaje, apresamientos y sobre todo, muerte. Victoria de La Santa Liga, victoria de España, victoria de don Juan de Austria. Victoria clara, victoria sufrida.





Desde las 5 de la mañana, en que las naves de reconocimiento de don Juan de Cardona avistaron a las naves turcas, hasta las cuatro de la tarde, en que se desató una tormenta que obligó a refugiarse a la victoriosa flota cristiana en el puerto de Petala; la jornada, que había comenzado como un encuentro entre caballerosos enemigos y continuado como una batalla naval de estilo terrestre, para acabar con una carnicería de enajenados entregados al pillaje, saqueo, apresamiemto y matanza; había sido para La Santa Liga.









Quedaba ver qué gestión de tamaña victoria harían los ganadores y como encajaría el sultán la derrota...

Don Juan de Austria no digirió a sus tropas desde un otero o desde una galera de la retaguardia, no. Se jugó la piel y expuso la cabeza para llevarle a su regio hermanastro lo requerido.

Se perdieron 15 galeras cristianas y otras 30 ( incluida La Real ) hubo que desguazarlas. Alrededor de 2.000 españoles, 5.000 "venecianos" y 800 pontificios, cayeron entre los cristianos.

Se apresaron 170 galeras turcas ( 130 útiles ) y 80 se hundieron. Se liberaron 12.000 galeotes de sus galeras y se capturaron 5.000 prisioneros. Don Juan de Austria obtuvo el estandarte, la cabeza y dos de los hijos de Alí Bajá.

Tras la victoria, los venecianos querían que La Santa Liga avanzara por el mediterráneo oriental para recuperar sus posesiones, los pontificios pretendían reconquistar Constantinopla y don Juan de Austria se conformaba con conquistar los castillos del golfo de Lepanto para tener plazas fuertes que afianzasen el control de la zona. Sin embargo la flota no estaba para nuevos alardes ni estaba preparada para asediar puertos y castillos eficazmente. Tocaba arribar a puerto seguro para invernar.


Don Juan de Austria cumplió su promesa de liberar a los galeotes de su flota si triunfaba, por lo que la flota española se quedó sin remos y obligó a condenar a galeras por cualquier delito en los años siguientes.

El sultán reconstruyó rápidamente su flota, pero abandonó la empresa expansionista mediterránea y se centró en el control del mediterráneo oriental. Para Europa, Lepanto significó la demostración de que el turco no era invencible, y de que la cristiandad era un motivo de unión. Felipe II dió por resuelto el asunto del mediterráneo y se centró en otros menesteres.


Antes de pensar en alianzas entre civilizaciones hay que tener y mantener una civilización, la propia. A esta tarea se dedicó Leónidas en Las Termópilas y don Juan de Austria en Lepanto, por ejemplo.
Hubo una época en la historia en la que España era sinónimo de poder, victoria, Europa, América y cristianismo. En esa época se batalló en Lepanto.

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